El Monchi: De vendedor de mandioca a cumbiero

Su escuela fue “Cachorros de la línea 3” y su inspiración, “Damas Gratis". Trabajó de niño para llevar el sustento a casa y hoy gana más de 30 millones de guaraníes por noche.

A los 11 años ya trabajaba como vendedor de mandioca, cargaba a sus espaldas un bolsón y salía a las calles con su papá, también embolsaba carbón e iba a ofrecer en carretilla. Hoy es una de las figuras más fuertes de la cumbia villera, los contratos le llueven y las chicas lo asedian.

“Mamá me decía que alguna vez sería un gran cantante porque a mí me gustaba cantar”, señaló. Explotar su talento fue tan rentable que en promedio factura 30 millones de guaraníes por noche.

Monchi empezó a cantar desde la escuela, y tanto le gustaba, que su mamá le dijo que algún día sería un famoso cantante. “Empecé imitando a los Ángeles de Charly en los festivales, no era nada tímido para eso”, indicó, aunque su inspiración fue “Damas

Gratis” Arrancó con el grupo “Cachorros de la línea 3” y lo dejó para independizarse y hacer sus propias cumbias, pero de las villeras. “Hacer cumbia romántica es fácil, pero cumbia villera es muy difícil, a mí me encanta”.

“Cachorros fue una escuela para todos los que salieron de ahí: Nadia la Kchorra, Maxi de 8 Corazones y Fer de As de Corazones”, manifestó.

Un seductor

Quién no vibró con ese coro del cover del Monchi: “malo, a mi corazón lo voy a volver malo, a la que venga me la gozo y la despacho y no me entrego a nadie”, que pega con todo. El tema que más lo identifica, nada tiene que ver con él, como dice el dicho: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, porque Monchi está en planes de boda con Yrasema Báez, su novia de hace 5 años, con quien recientemente tuvo a su hija, Candela. Se sabe que los famosos, por ser famosos, tienen un atractivo que enloquece a las chicas, pues este cumbiero es muy acosado por las fans, mezcla explosiva con una novia tan celosa.

De hecho le controla el celular y maneja sus redes sociales, por lo que nada pasa por alto. Además va bien custodiado al Baila, donde demuestra que en el escenario no tiene límites.

Fuente: Extra